jueves, 22 de octubre de 2009

De como vivir sola da ganas de vivir acompañada.

Hace días que decidí irme a vivir sola, luego de varios meses de no tener casa y rodar con mi mochila al hombro cambiando cada dos dias de lugar para dormir, decidí no regresar mas a la que era mi casa y estabilizarme en una nueva que iba a ser solo para mi. Y así fue, terminé arrendando un lugar pequeño, tibio y muy acogedor donde acomode mis cosas, no muchas porque no caben ni me gusta, pero si me aseguré de hacerle un lugar a la hamaca que compre en el Parque de Berrio de Medellin a unos vendedores ambulantes.
Con los planes listos y todo empacando me asegure de llevar cada caja a mi pequeño apartamento, mi familia me ayudo a acomodar y yo feliz de tenerlos conmigo al mismo tiempo pensaba en el día en que porfin empezaría a vivir sola, sin quien me ayudara siquiera a levantar un tenedor.
Cuando esto va pasando uno piensa en lo delicioso que será llegar a la casa sola, poner música a todo volumen sin que nadie moleste, quitarme toda la ropa desde la entrada y caminar empelota por el apartamento sin perturbar a nadie, no cerrar la puerta del baño si no me da la gana, salir sin la toalla puesta a vestirme, extender la hamaca, tirarme en ella y mirar al vacio sin que me empujen a levantarme, dormir todooo lo que quiera (y esto es mucho) y que nadie me acose para que me levante o me digan bañese, bañese, bañese. No comer sino me dan ganas, no tener que cocinar, no tener que lavar los platos si no me dieron ganas, pedir domicilios si quiero, llegar a casa sola o acompañada, borracha o sobria o no llegar; no abrir la puerta, no contestar el telefono, chatear todo el día, ver peliculas, hospedar gente cada vez que quiera, miles de cosas que se imagina uno lo harán feliz en soledad y en verdad lo hacen; pero detrás de esto hay un verdadero contraste, vivir sola tambien es acerca de pagar recibos, limpiar siempre yo, buscar con hambre algo en la nevera y darse cuenta de que lo unico que queda son unas papas viejas y apachurradas y en la alacena mas pasta y sopas de sobre que ya me harté de comer, vivir los domingos familiares solita y sobrevivir la depresion pre-lunes sin nadie que le hable a uno; asi como soportar que se dañe la ducha, se queden las llaves adentro, se caiga un cuadro y se quiera llegar a casa y encontrar la comida caliente y no se tenga a nadieeee. Es ahí en esos momentos cuando el corazón se siente frío y el pequeño apartamento inmenso y dan ganas de acompañar la soledad.

Por el momento a pesar de querer acompañar la soledad aveces y de acompañarla tambien aveces, sigo inclinandome por las viscicitudes de la independencia y disfruto inmensamente de mi espacio, solo para mi. Cuando sea el momento lo ampliaré para alguien más.

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