Hace poco menos de un año la dulzura de la vida me llegaba a montones, cosas nuevas por vivir, emociones de todo tipo, cambios constantes, ansiedades, sueños realizados y realidades que parecían sueños; mi alimento constante: galletas de chocolate de las que tanto le gustaban a mi mamá y leche entera en cajita.
Ahora la vida sigue igual de dulce conmigo pero me ha obligado a crecer, a asumir responsibilidades y a entrar a un mundo que me ha hecho cambiar, en donde las galletas de chocolate y la leche me siguen gustando pero ya no se comen a diario y debido a las prisas del día a día y a la pereza de conseguir algo mas para disfrutar, bien sea por falta de compañia o de ganas, me he visto en la obligacion de reemplazar aquel delicioso manjar por una Pasta que tiene buen sabor en el primer plato pero que luego cuando es hora de volver a comerla carece de todo gusto.
Extraño aquellos días de comer galletas de chocolate bien acompañada y de cocinar Pasta no por pereza sino por tener mas dinero para viajar. De todas maneras me parece que la Pasta seria menos aburrida si fuera ingerida con la misma felicidad con que las galleticas acababan por reventar mi estomago ya suficientemente lleno.
